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Hay un momento, justo cuando entras en el agua, cuando el frío golpea como un shock para el sistema. Exige su atención y te obliga a estar presente. Para los líderes en industrias de alto estrés como la tecnología, ese momento podría ser la clave para evitar el agotamiento.
La fatiga del liderazgo es real. Las largas horas, la toma de decisiones constantes y las altas apuestas crean una carga cognitiva implacable. Lo he sentido yo mismo. Como un ex oficial militar convertido en CEO, sé lo que significa empujar el agotamiento. En el ejército, aprendimos a soportar. En tecnología, aprendemos a innovar. Pero en ambos, existe el riesgo de moler tan fuerte que pierde de vista la imagen más grande. Ahí es cuando ocurren errores. Ahí es cuando la fatiga se convierte en falla.
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El poder de la naturaleza
Recientemente, comencé a nadar en el océano más regularmente. Al principio, era solo una forma de aclarar mi cabeza. Pero con el tiempo, me di cuenta de que estaba haciendo algo más profundo. El resfriado, el movimiento implacable de las olas, el enfoque forzado: estos momentos no solo fueron refrescantes, se recalibraron. Regresaba al trabajo más nítido, más enfocado y más en control.
Resulta que hay una verdadera ciencia detrás de esto.
Un estudio de 2015 de Stanford encontró que el tiempo dedicado a la naturaleza, incluso solo 90 minutos, reduce la actividad en la corteza prefrontal subgénica del cerebro, la región asociada con patrones de pensamiento negativos repetitivos.
Mientras tanto, un estudio de 2021 publicado en The Journal of Environmental Psychology descubrió que estar cerca del agua, específicamente, tuvo un impacto aún mayor en la reducción de los niveles de cortisol y en mejorar el estado de ánimo general.
Pero no se trata solo de relajación, se trata de rendimiento cognitivo. El ejército ha entendido durante mucho tiempo la importancia de la recuperación, con unidades de élite como los Navy SEAL que incorporan actividades como natación, meditación y tiempo al aire libre no estructurado en su entrenamiento para evitar la fatiga mental. No solo entrenan más duro; Entrenan de manera más inteligente, equilibrando el trabajo de alta intensidad con la recuperación intencional.
Y este concepto no se limita a los militares. Los estudios sobre ejecutivos y empresarios de alto rendimiento revelan que el tiempo de recuperación estructurado mejora la claridad, la toma de decisiones y la efectividad del liderazgo. Los ejecutivos que priorizan los descansos estructurados y las actividades no relacionadas con el trabajo demuestran mejores habilidades de resolución de problemas y creatividad, los cuales son críticos para impulsar la innovación en entornos de alta presión.
Nadar en el océano agrega otra capa. Fuerza a la presencia total. A las olas no les importan sus plazos, sus reuniones o su bandeja de entrada. O te enfocas o te arrojan. No hay intermedio.
Físicamente, la inmersión en agua fría se ha relacionado con el aumento de los niveles de dopamina y noradrenalina, que ayudan a mejorar el enfoque y la resiliencia. Incluso en el sur de California, donde el océano no es exactamente fría, ese shock para el sistema restablece su estado mental.
La exposición repetida al agua fría podría ayudar a amortiguar el sistema nervioso contra el estrés. Para los líderes que manejan proyectos de alto riesgo, esa resiliencia no es solo un beneficio personal, en cascada en todo el equipo. La claridad y la resistencia de un líder marcaron la pauta para toda la organización.
Y el océano trae algo más: perspectiva. Te recuerda lo pequeño que eres, cuán grande es el mundo. Ese tipo de cambio en la escala puede ser exactamente lo que necesita cuando está demasiado profundo en las trincheras de un problema.
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Cómo dar un paso atrás cuando estás atrapado en una rutina
Uno de los desafíos más pasados por alto en el liderazgo es la incapacidad de retroceder del trabajo y ver la imagen completa. Nos sumergimos tanto en los incendios diarios, las reuniones de alto riesgo, los momentos de ascenso o roto, que perdemos la capacidad de evaluar el campo de batalla objetivamente. El océano, o cualquier actividad intensa e inmersiva, proporciona ese reinicio crítico.
Pero alejarse no es solo nadar en el océano. Se trata de rompiendo patrones. Los líderes a menudo están atrapados en los ciclos: reuniones interminables, simulacros de incendio, llamadas consecutivas. La urgencia constante puede engañarlo para que crea que todo es crítico. Es por eso que necesitas momentos que te sacan de la rutina diaria, obligándolo a reiniciar antes de intervenir.
Aquí es donde la recuperación intencional se convierte en una ventaja estratégica. Los líderes de alto rendimiento en todas las industrias, desde capitalistas de riesgo hasta fundadores, intencionalmente forjan tiempo para actividades que las desafían de diferentes maneras. Algunos toman deportes extremos, otros se sumergen en puntos de venta creativos. Lo que importa es crear una disciplina de desapego, un hábito estructurado de restablecer la mente para que pueda regresar más fuerte.
Los líderes más efectivos entienden que manejar su energía es tan importante como administrar su tiempo. Cuando los niveles de energía se sumergen, la función cognitiva sufre y la toma de decisiones se vuelve menos estratégica. Es por eso que las empresas conocidas por sus culturas progresivas en el lugar de trabajo integran prácticas de atención plena, retiros al aire libre y programas de bienestar, no como beneficios, sino como las inversiones necesarias en el rendimiento a largo plazo.
No todos tienen acceso al Pacífico como yo, pero la lección se aplica en cualquier lugar. La clave no es solo hacer ejercicio o un pasatiempo: está haciendo algo que requiere presencia completa, algo que te saca del bucle mental del trabajo. Para algunos, es surf o ciclismo de montaña. Para otros, está tocando un instrumento o cocinar. Lo que importa es avanzar lo suficiente como para que su cerebro deje de correr en el fondo.
También hay algo que decir sobre la incorporación de tiempo de inactividad estructurado. Un estudio de Revisión de Negocios de Harvard encontró que el horario de “espacio en blanco” de alto rendimiento en sus calendarios, tiempo protegido para pensar, reflexionar y romper con sus bucles de toma de decisiones habituales. No es tiempo perdido; Es esencial para mantener un alto rendimiento a largo plazo.
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No se trata de encontrar una solución rápida. Se trata de reconocer que el liderazgo es un juego largo. Si siempre estás en el rojo, siempre al máximo, no estás liderando, solo estás reaccionando. El océano tiene una forma de despojar todo a lo que importa. Sin ruido, sin distracciones, solo tú y la próxima ola.
Los líderes que se hacen tiempo para restablecer no descuidan sus responsabilidades. Se aseguran de poder mantener su desempeño a largo plazo. La capacidad de desconectarse, crear momentos de claridad y recalibrar no es un lujo, es una necesidad.
Y esa es la conclusión clave: la longevidad en el liderazgo no se trata de una resistencia implacable; Se trata de resiliencia. Los mejores líderes no son los que se convierten en nada. Ellos son los que aprenden a alejarse, recargar y regresar más fuertes que antes.
Ya sea el océano o algo más, encuentre su reinicio. Porque si no lo haces, el trabajo te rechazará. Y si estás mal, no puedes liderar.