Las opiniones expresadas por los contribuyentes empresariales son propias.
Si alguna vez ha entrado en un lugar de trabajo con un equipo de alto rendimiento, puede sentirlo de inmediato: un sentido de propósito compartido, un ritmo en cómo las personas se comunican y aclaran lo que importa. Ese tipo de cultura no sucede por accidente. No es el resultado de una sola reunión de todas las manos o un conjunto de valores de la empresa en un póster. Se construye a través de algo mucho más sutil y mucho más poderoso: consistencia.
Como fundador de ButterflyMX, he aprendido que las cosas pequeñas que repites todos los días dan forma a tu empresa más que las grandes cosas que anuncias de vez en cuando. La forma en que reconoce una victoria, las historias que cuenta, las preguntas que hace: esos momentos se convierten en el tejido de su cultura.
¿Y el secreto para hacerlos pegar? Repetición.
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El error de la cultura
Cuando los líderes piensan en la construcción de la cultura, a menudo imaginan grandes momentos: declaraciones de misión presentadas en reuniones de todas las manos, fuera del equipo con sesiones de pizarra o correos electrónicos de toda la empresa que describen los valores. Esas cosas pueden ayudar, pero no son de lo que está hecha la cultura.
La cultura no vive en un mazo de diapositivas; Vive en las interacciones cotidianas que las personas tienen entre sí. Es en cómo comienzan y terminan las reuniones, cómo se discute el rendimiento, cómo se reconocen las victorias y cómo se manejan los contratiempos. En resumen, la cultura es lo que la gente espera, día tras día.
Y esa expectativa se moldea a través de la repetición. Lo que se dice y se hace repetidamente se convierte en lo que se cree. Con el tiempo, ese sistema de creencias se convierte en su cultura, ya sea intencional o no.
La repetición construye identidad
Piense en las marcas más icónicas. Tienen una fuerte marca y una fuerte repetición. El mismo logotipo, el mismo lema y el mismo mensaje emocional se refuerzan una y otra vez hasta que se convierte en parte de cómo las personas se identifican con la marca.
El mismo principio se aplica a los equipos. Cuando los líderes comunican constantemente los mismos valores, lenguaje y expectativas, están haciendo más que solo mensajes; Están ayudando a las personas a comprender lo que representa el equipo.
Por ejemplo, si un líder abre todos los lunes de standup preguntando: “¿Qué aprendiste la semana pasada?” Con el tiempo, el equipo comienza a valorar la curiosidad y el crecimiento. Si el reconocimiento siempre se centra en la colaboración, las personas aprenden que el éxito del equipo importa más que las victorias individuales.
La repetición no es aburrida. Así es como la identidad toma raíz.
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Rituales que ancla el comportamiento
Los rituales son el puente entre la intención y la cultura. Son los comportamientos pequeños y consistentes que convierten los valores en acción. ¿Y la mejor parte? No tienen que ser complicados.
Un ritual podría ser tan simple como terminar cada reunión con una ronda de gritos. O iniciar una historia mensual con una historia de éxito del cliente. O cerrar la semana con un breve mensaje de liderazgo que refuerza un valor central. Estos micro-momentos crean continuidad, incluso cuando el negocio está creciendo rápidamente o navegando por el cambio.
Cuando los líderes se comprometen con los rituales, les dan a sus equipos algo a lo que aferrarse. Con el tiempo, estos comportamientos repetidos se convierten en anclajes culturales. Proporcionan ritmo. Construyen confianza. Y les recuerdan a todos lo que más importa, sin necesidad de decirlo en voz alta.
Cómo reforzar los mensajes sin sonar como un disco roto
El desafío con la repetición es que los líderes a veces se preocupan de que parezcan obsoletos. Pero el truco no está cambiando el mensaje: está cambiando la entrega.
Puede reforzar la misma idea cultural en diferentes formatos. Cuenta una historia una semana. Comparta un punto de datos al siguiente. Destaca a un miembro del equipo que ejemplifica un valor central. Pídale a su equipo que reflexione sobre una pregunta que se vincule con sus principios. El contenido evoluciona, pero el mensaje subyacente se mantiene consistente.
La clave es mantenerse alineada, no robótica. Cuando las personas escuchan los mismos temas reflejados de diferentes maneras, a través del liderazgo, los compañeros e incluso los clientes, deja de sentirse como un mandato y comienza a sentirse como una verdad compartida.
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Empiece a pequeño, manténgase consistente
No necesitas un libro de jugadas completo para comenzar a dar forma a la cultura. Elija un mensaje que le importe, tal vez sea propiedad, amabilidad o resistencia, y comience a reforzarlo intencionalmente. Encuentre una manera de traerlo a su 1: 1, reuniones de equipo o momentos de reconocimiento. Entonces hazlo de nuevo. Y de nuevo.
La consistencia genera confianza. Y la confianza genera impulso. Cuando las personas saben qué esperar de sus líderes, es más probable que reflejen esos comportamientos y tomen la iniciativa ellos mismos.
Las culturas más fuertes no están construidas en una explosión de inspiración. Se construyen a través de una acción deliberada y repetida. Empiece a poco y no se detenga.
En esencia, el liderazgo se trata menos de grandes gestos y más sobre lo que elige repetir. Cada acción pequeña, cada mensaje consistente, cada ritual intencional, todo se suma. Así es como la cultura toma forma.
Entonces, si desea construir un equipo que sepa lo que representa y aparece en consecuencia, no solo lo digas una vez. Dígalo a menudo. Muéstralo a menudo. Liderar haciendo, una y otra vez.
Porque las culturas más poderosas no se construyen por accidente; Son construidos por líderes que entienden el poder oculto de consistencia.
Si alguna vez ha entrado en un lugar de trabajo con un equipo de alto rendimiento, puede sentirlo de inmediato: un sentido de propósito compartido, un ritmo en cómo las personas se comunican y aclaran lo que importa. Ese tipo de cultura no sucede por accidente. No es el resultado de una sola reunión de todas las manos o un conjunto de valores de la empresa en un póster. Se construye a través de algo mucho más sutil y mucho más poderoso: consistencia.
Como fundador de ButterflyMX, he aprendido que las cosas pequeñas que repites todos los días dan forma a tu empresa más que las grandes cosas que anuncias de vez en cuando. La forma en que reconoce una victoria, las historias que cuenta, las preguntas que hace: esos momentos se convierten en el tejido de su cultura.
¿Y el secreto para hacerlos pegar? Repetición.
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