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En los negocios, al igual que en la batalla, la incertidumbre es un hecho. Los mercados cambian, los avances tecnológicos y la competencia son implacables. Las mejores empresas no solo reaccionan al cambio: anticipan, se adaptan y ejecutan con precisión. Pero la velocidad no es suficiente. Sin una estrategia clara, incluso los equipos más rápidos girarán sus ruedas. Ahí es donde entra la intención del comandante.
Originalmente desarrollada en el ejército, la intención del comandante es un principio que permite a los equipos tomar decisiones rápidas sin esperar las instrucciones del liderazgo. Se trata de dar a las personas la libertad de actuar y asegurarse de que nunca pierdan de vista el objetivo más grande. En un mundo incierto y de alto riesgo, es la diferencia entre los equipos que se detienen y los equipos que avanzan con confianza.
Como emprendedor, estás llevando a tu equipo a un territorio desconocido todos los días. Si sus empleados necesitan la aprobación de que se realicen medidas, los cuellos de botella se forman, el impulso ralentiza y las oportunidades se escapan. Pero cuando su equipo conoce la misión, más profundo “por qué” detrás de su trabajo, pueden resolver problemas, tomar decisiones inteligentes e impulsar resultados sin esperar permiso. Ese nivel de claridad y confianza es lo que separa a las empresas que prosperan de las que se atascan.
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Cómo aprendí el poder de la intención del comandante
Cuando era capitán del ejército de los EE. UU., Pensé que una estructura de comando apretada era la clave para el orden y la eficiencia. Pero rápidamente aprendí que en situaciones de rápido movimiento, donde los planes mejor que se desmoronaron en segundos, algo más era mucho más valioso: dar a las personas la capacidad de tomar sus propias decisiones dentro de un marco misionero claro.
En situaciones de alta presión, mi unidad no podía permitirse el lujo de sentarse esperando órdenes. Operamos bajo la intención del comandante, un enfoque de liderazgo que definió el objetivo, el propósito y los principios rectores, pero nos dejó la ejecución. Cada soldado conocía la misión general. En lugar de esperar instrucciones, avanzaron, sabiendo que sus decisiones contribuirían al éxito de la operación. Ese enfoque convirtió a cada miembro del equipo en un solucionador de problemas.
Avance rápido hasta hoy. Como CEO de Buildops, una compañía de tecnología de escala rápida, veo que se aplica exactamente el mismo principio en los negocios. Con los equipos a través de las zonas horarias, los mercados cambian de la noche a la noche y los ciclos de innovación se mueven más rápido que nunca, esperar las aprobaciones de arriba hacia abajo es una sentencia de muerte. La única forma de moverse a la velocidad del mercado es garantizar que cada persona en la empresa conozca la misión, el objetivo y las no negociables, luego confíe en ellos para que ejecuten.
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Cómo los empresarios pueden aplicar la intención del comandante
El primer paso es definir la misión con absoluta claridad. Las personas no pueden ejecutar de manera efectiva si no entienden cómo se ve el éxito. Si su equipo necesita un mazo de 50 páginas o una reunión de liderazgo para recordarles los objetivos centrales de la compañía, tiene un problema de comunicación. Todos en la empresa deberían poder articular la misión en una o dos oraciones. ¿Qué estamos tratando de lograr? ¿Por qué importa? ¿Qué principios guían nuestras decisiones? Cuando las respuestas a estas preguntas son claras, la ejecución se convierte en una segunda naturaleza.
Empoderar a los equipos para tomar decisiones independientes es el siguiente paso. Demasiados fundadores dicen que quieren empleados autónomos, pero crean entornos donde cada decisión requiere aprobación. Esa mentalidad mata la velocidad, la creatividad y la responsabilidad. La realidad es que las personas talentosas quieren ser dueños de su trabajo. Quieren que se les confíe para resolver las cosas. Cuando el liderazgo interviene constantemente, los empleados dejan de pensar por sí mismos y comienzan a jugar a lo seguro. Un equipo que duda es un equipo que pierde.
No se trata de eliminar la estructura. Se trata de construir una cultura donde la gente avance sin miedo. Una empresa que fomenta la toma de riesgos y la innovación siempre superará a una que opera con un libro de jugadas rígido. La clave es establecer parámetros claros al tiempo que le da a las personas la flexibilidad para hacer llamadas de juicio. Esa es la diferencia entre los equipos que solo ejecutan tareas y equipos que impulsan los resultados.
La toma de decisiones descentralizada no significa que los equipos operen en silos. Significa que se mueven rápido, reflejan a menudo y mejoran continuamente. Las mejores empresas crean bucles de retroalimentación en su cultura. No esperan una revisión anual para evaluar el desempeño: analizan, iteran y refinan en tiempo real. Una empresa que celebra el aprendizaje se mueve más rápido que una que evite errores.
En mi empresa, vivimos con este enfoque. El año pasado, lanzamos un nuevo producto que perdió objetivos clave en un hito importante. En lugar de llamarlo una falla, diseccionamos lo que salió mal, hicimos ajustes y mejoramos la oferta basada en comentarios reales de los usuarios. Esa capacidad para corregir el curso sin dudarlo es lo que mantiene un negocio ágil. Cada desafío es una oportunidad para fortalecerse. En el momento en que una empresa deja de aprender, comienza a quedarse atrás.
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Por qué esto importa más que nunca
El mundo de los negocios se está moviendo más rápido que nunca. Las compañías que sobreviven no son necesariamente las más grandes o más bien financiadas, son las que pueden adaptarse más rápido. Los líderes que insisten en ser los únicos tomadores de decisiones siempre perderán con aquellos que construyen equipos que puedan ejecutarse de forma independiente. La velocidad lo es todo, pero la velocidad sin claridad es el caos. La intención de Commander proporciona la estructura que permite a las empresas moverse rápidamente sin perder dirección.
Los mejores equipos no son los que esperan para que le digan qué hacer. Son los que preguntan: “¿Cuál es la misión y cómo llegamos allí?” Cuando los líderes le dan a sus equipos ese nivel de claridad, todo cambia. Las decisiones suceden más rápido. La ejecución mejora. La innovación acelera. El liderazgo deja de ser un cuello de botella y se convierte en un verdadero facilitador de crecimiento.
El antiguo modelo de liderazgo, donde cada decisión se funde a través del CEO, está desactualizado e insostenible. En el mundo de hoy, una empresa que se basa en la burocracia será superada por una compañía que priorice la autonomía, la confianza y la ejecución rápida.
Las compañías que adoptan la intención del comandante construirán equipos resistentes y de alto impacto que prosperen en la incertidumbre. Los que no sean se dejarán atrás.